12 + 1 libros feministas considerados malditos y peligrosos

Kalinda Marín
12 min readSep 12, 2019
Carla Lonzi — Contraportada de Escupamos sobre Hegel

Hay libros o artículos escritos por mujeres que han sido considerados malditos y peligrosos, a veces hasta por las propias feministas. En esta nota recopilo artículos y libros que aún hoy son vistos como incómodos, polémicos o molestos, más por las preguntas que plantean que por las respuestas que dan a esos interrogantes. No hace falta compartir las respuestas para mostrarse dispuestas a conocer las preguntas que mujeres antes que nosotras pusieron encima de la mesa. Algunos de estos textos fueron publicados hace décadas, otros son recientes. No están todos los que son, pero sí son todos los que están.

Hay ensayos, autobiografía, manifiestos… En algunos casos son libros colectivos de varias autoras que incluyen el artículo que causó la polémica en su momento, polémicas que en la mayoría de los casos perviven hoy día. Acompañan a la portada fragmentos del propio libro. De esta manera podéis ver sin intermediarias si os da ganas de leerlo. Pulsando en el título podéis descargaros el libro que os atraiga y queráis leer completo.

Gracias a la labor militante, muy poco reconocida, de muchas compañeras editoras, traductoras y bibliotecarias digitales están a vuestra disposición. Si queréis la versión en papel, algunos de ellos los podréis encontrar, otros no. Preguntad a vuestras libreras feministas favoritas.

Esta compilación es un complemento a estas otras recopilaciones de libros

12 + 1 libros feministas que cambiarán tu vida para siempre

12 + 1 libros feministas que no te dejarán indiferente

12 + 1 libros feministas que merece la pena leer

12 + 1 libros feministas que cambiarán tu vida para siempre

Autobiografía de una mujer emancipada

Alexandra Kollontai

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Aún creía que habría de venir un tiempo en que la mujer sería juzgada con las mismas medidas morales que el hombre. Pues no es su virtud específicamente femenina lo que le confiere un puesto de honor en la sociedad humana, sino el valor del trabajo útil que haya desempeñado, el valor de su personalidad como ser humano, como ciudadana, como pensadora, como luchadora. Inconscientemente, este motivo constituía la fuerza directriz de toda mi vida y obra. Seguir mi camino, trabajar, luchar, crear lado a lado con los hombres y aspirar a un objetivo universal humano (hace ya casi treinta años que me cuento entre el número de los comunistas), construyendo al mismo tiempo mi vida personal e íntima como mujer, según mi propia voluntad y las leyes innatas de mi naturaleza: tales son los postulados que han condicionado mi ideario. Aunque mi corazón no aguante la pena de perder el amor, tengo otras tareas en la vida más importantes que la felicidad familiar. Quiero luchar por la liberación de la clase obrera, por los derechos de las mujeres… Nosotras, la vieja generación, no fuimos capaces de comprender que el trabajo, la lucha y el ansia de amor pueden combinarse armoniosamente. Pero una y otra vez las cosas salieron de distinto modo, puesto que el hombre siempre intentó imponer su ego sobre nosotras y adaptarnos totalmente a sus propósitos.

La mujer más peligrosa del mundo

Emma Goldman

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El sistema que obliga a las mujeres a vender su feminidad e independencia al mejor postor es una rama del mismo vil sistema que le da a unos pocos el derecho a vivir de la riqueza producida por su prójimo, el 99 por ciento de las cuales debe esforzarse y trabajar como esclava, temprano y tarde, por apenas lo suficiente para mantener unidos alma y cuerpo, mientras los frutos de su trabajo son absorbidos por unos cuantos vampiros ociosos que se rodean de todo el lujo que la riqueza pueda comprar.

Las mujeres versadas en la política conocen la naturaleza de la bestia, pero en su autosuficiencia y en su egoísmo creen que sólo tienen que mimar un poco a la bestia para que se vuelva tan dulce, tan dura como un cordero. ¡Como si las mujeres no hubieran vendido sus votos, como si las mujeres políticas fueran incorruptibles! Si se puede comprar un cuerpo, ¿por qué no habría de ser igualmente sencillo comprar su voto?

Sobre mentiras, secretos y silencios

Adrienne Rich

La mentira se hace con palabras y también con silencios. La mujer que dice mentiras en sus relaciones personales puede o no premeditar e inventar sus mentiras. Puede ser que ni siquiera piense de una forma calculada lo que está haciendo.

De nosotras se espera que mintamos con nuestros cuerpos: teñirnos, decolorarnos, o rizarnos el pelo, depilarnos las cejas, rasurarnos las axilas, ponernos rellenos en diferentes lugares o adornarnos con encajes, caminar con pasos cortos, esmaltarnos las uñas de los pies y las manos, y usar ropas que realcen nuestro desamparo. Nos han exigido decir diferentes mentiras en diferentes tiempos, en función de lo que los hombres de cada tiempo necesitaban escuchar.

Escupamos sobre Hegel y otros escritos

Carla Lonzi

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Al tomar conciencia de los condicionamientos culturales que desconocemos, no dudamos siquiera de que habíamos descubierto algo esencial, algo que cambiaba todo: el sentido que tenemos de nosotras, de las relaciones, de la vida. A medida que se llegaba al fondo de la opresión, el sentido de la liberación se convertía en algo más interior, más personal. Por tal razón el camino de la toma de conciencia — de cualquier modo que se lleve a cabo — es el único camino para la liberación, de lo contrario se corre el riesgo de luchar — siguiendo un camino ilusorio — por una liberación que luego se revela exterior, aparente.

Nadie está a priori condicionado al punto de no poder liberarse; nadie estará a priori tan poco condicionado como para ser libre. Las mujeres no estamos condicionadas de modo irremediable: solo que no existe en ningún siglo una experiencia de liberación expresa de nosotras mismas, tal y como ha ocurrido, en cambio, en el mundo masculino. Descubrir en qué consiste la liberación es liberarse. Estos escritos son para mí un primer paso hacia esa experiencia: una premisa y una profecía.

Heterosexualidad obligatoria y la existencia lesbiana

Adrienne Rich

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Sean cuales sean sus orígenes, cuando miramos dura y claramente el alcance y el nivel de elaboración de las medidas diseñadas para mantener a las mujeres dentro de un contexto sexual masculino, resulta inevitable preguntarse si la cuestión que las feministas tienen que plantearse no es la simple «desigualdad de género» o el dominio masculino de la cultura o los meros «tabús contra la homosexualidad», sino la imposición sobre las mujeres de la heterosexualidad como medio de garantizar el derecho masculino de acceso físico, económico y emocional.43 Uno de muchos mecanismos de imposición es, evidentemente, el hacer invisible la posibilidad lesbiana, un continente sumergido que se asoma fragmentario de vez en cuando a la vista para ser hundido de nuevo. La investigación y la teoría feministas que contribuyen a la invisibilidad o a la marginación del lesbianismo trabajan de hecho contra la liberación y la potenciación de las mujeres como grupo.

Sexo, raza y clase

Selma James

En la urbe, el movimiento negro fue el primer sector de clase que masivamente tomó su autonomía respecto a estas organizaciones, y que rompió con el concepto de lucha contenida solamente dentro de la fábrica. Cuando los trabajadores negros queman el centro de una ciudad, sin embargo, los ojos blancos de la izquierda, especialmente si son ojos sindicalistas, ven raza, no clase.

El movimiento feminista fue el siguiente gran movimiento de clase que hubo en la metrópolis que encontró por sí mismo un poder de base tanto fuera como dentro de la fábrica. Como haría el movimiento negro antes, para ser una organización autónoma del capital y de sus instituciones, las mujeres y su movimiento también debían ser autónomas respecto de esa parte de la “jerarquía de poderes laborales” que el capital utilizaba específicamente contra ellas. Para los negros eran los blancos. Para las mujeres eran los hombres. Para las mujeres negras eran ambos.

Estudios postcoloniales. Ensayos fundamentales

Gayatri Chakravorty Spivak, Chandra Talpade Mohanty, Ella Shohat, Stuart Hall, Dipesh Chakrabarty, Achille Mbembe, Nirmal Puwar y VV.AA.

La investigación académica feminista occidental no puede eludir el desafío de situarse y analizar su papel dentro de este marco económico y político global. Quedarse cortas en este sentido supondría ignorar las complejas interconexiones entre las economías del Primer y del Tercer Mundo y el hondo efecto de éstas sobre las vidas de las mujeres en todos los países. No pongo en cuestión el valor descriptivo e informativo de la mayor parte de escritos feministas occidentales sobre las mujeres del Tercer Mundo. Tampoco pongo en cuestión la existencia de un trabajo excelente que no cae en las trampas analíticas que me preocupan. De hecho, hablaré de un ejemplo de este tipo de trabajo más adelante. En el contexto del silencio abrumador sobre la experiencia de las mujeres en estos países, así como de la necesidad de forjar lazos internacionales entre las luchas políticas de las mujeres, este tipo de trabajo es a la vez pionero y absolutamente esencial. Sin embargo, quiero llamar la atención aquí tanto sobre el potencial explicativo de las estrategias analíticas particulares empleadas por este tipo de trabajos, como sobre su efecto político en el contexto de la hegemonía del saber académico occidental. (Chandra Talpade Mohanty)

Cartas de una zona de guerra

Andrea Dworkin

Estos escritos y discursos presentan un punto de vista político, un análisis,
información, argumentos, que son censurados en la prensa americana para proteger pornógrafos y castigarme por pasarme de la raya. Soy, por
supuesto, una escritora políticamente disidente, pero debido al género, soy una
escritora políticamente disidente de segunda clase. Eso significa que puedo ser borrada, difamada, ridiculizada de maneras violentas y con expresiones insultantes y que pueden impedirme hablar con mi propia voz fingiendo estar a favor de la libertad de expresión.

También significa que cada estereotipo misógino puede ser invocado para justificar la
exclusión, el castigo financiero, el menosprecio y el exilio forzoso del debate público. El hecho es que estos ensayos y charlas hablan por y para vastos números de mujeres condenadas al silencio por esa misma misoginia, esa misma santurronería sádica, esa misma cruel indiferencia a la dignidad humana y a los derechos humanos. Sé, por supuesto, que no se supone que deba seguir escribiendo. Se supone que debería desaparecer como escritora. Espero no hacerlo. Sé que otras personas comparten la misma esperanza; y aprovecho esta oportunidad para agradecerles por la ayuda que me brindaron durante la última década de tratar — como dije antes — de comunicar y sobrevivir, como escritora y como mujer; las dos son una para mí.

Manifiesto Scum

Valerie Solanas

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Nuestra sociedad no es una comunidad, es una colección de unidades familiares aisladas. El hombre se siente desesperadamente inseguro, temeroso de que su mujer le abandone si se expone ante otros hombres o a algo que remotamente se parezca a la vida, de modo que intenta aislarla de los otros hombres y de la mediocre civilización reinante. La lleva a vivir a los suburbios para encerrarla en un conjunto de pabellones donde parejas con sus hijos se absorben en una mutua contemplación. El aislamiento le da la posibilidad de mantener la ilusión de ser un individuo, se convierte en un individualista rudo, un gran solitario; confunde la individualidad con la enclaustración y la falta de cooperación.

El triunfo de la masculinidad

Margarita Pisano

El conocimiento y los saberes acumulados por las mujeres tienen, en gran medida, su origen en experiencias y procesos que no necesariamente están sistematizados en los términos de la Academia. Sin embargo, ésta recupera, resimboliza y usa esos conocimientos, sin dar cuenta de sus orígenes, lavándolos de sus propuestas más políticas. Resulta necesario, entonces, que las mujeres comencemos a visibilizar nuestra capacidad de creación y de pensamiento, legitimando el proceso que nos ha llevado a formular y reformular un pensamiento extrasistémico, de la misma manera como hemos visibilizado nuestros sufrimientos. Si bien es evidente que algunas de estas reflexiones están inspiradas en textos que podrían ser citados, ellas son, al mismo tiempo, producto de síntesis que han sido hechas a través de los años, de experiencias concretas que nacen de mi activismo político-feminista. Las reflexiones de este libro provienen de diferentes espacios y personas, algunas citables, pero otras –tan importantes o a veces más– no se encuentran en las bibliotecas.

Escritos

Gretel Ammann

Ser feminista es cambiarse los ojos, los oídos y la nariz. Es ver, oír y respirar de otra manera. Es dejar el sexo, que nos ha regalado el sistema tirado en la basura, y vivir el nuestro propio. Es hacer un viaje continuo por nuestras entrañas y nuestros sesos, sobre nuestra piel y entre nuestro cabello. Es bajar a los hoyos más profundos y subir a los paraísos más infinitos.
Es saber reírse de todo, hasta de una misma. Es dejar de funcionar como esperan los otros, que se creen más arriba. Es vivir la mayor vagancia y creación a la vez. Es saber llorar hasta llenar los mares. Es saber besar de todas las maneras posibles.

Es no importarte lo que digan los demás, los otros, que no saben nada de ti. Es ser todo lo que tú sientes que eres. Dejar los vestidos que te han comprado y te obligan a poner los otros, y sacar los tuyos propios. Ponerte a bailar la música que te hace bailar. Eso es lo que pienso, vivo y sueño yo. Tú puedes pensar lo contrario, lo diferente/diverso o nada. Pero no te creas lo del “feminismo oficial” que parece un coro de iglesia fabricado por una IBM.

El pensamiento heterosexual y otros ensayos

Monique Wittig

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Mientras no haya una lucha de las mujeres, no habrá conflicto entre los hombres y las mujeres. El destino de las mujeres es aportar tres cuartas partes del trabajo en la sociedad (tanto en la esfera de lo público como de lo privado), trabajo al que hay que añadir el trabajo corporal de la reproducción según la tasa preestablecida de la demografía. Ser asesinada y mutilada, ser torturada y maltratada física y mentalmente; ser violada, ser golpeada y ser forzada a casarse, éste es el destino de las mujeres. Y por supuesto no se puede cambiar el destino. Las mujeres no saben que están totalmente dominadas por los hombres, y cuando lo admiten, «casi no pueden creerlo». Por lo general, como último recurso ante la realidad desnuda y cruda, rechazan «creer» que los hombres las dominan conscientemente (porque la opresión es aún más terrible para las oprimidas que para los opresores). Por su parte, los hombres saben perfectamente que dominan a las mujeres («Somos los amos de las mujeres», dijo André Bretón) y han sido educados para hacerlo. No necesitan decirlo constantemente, pues rara vez se habla de dominación sobre aquello que ya se posee.

Algunas Reflexiones sobre Separatismo y el Poder

Marilyn Frye

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La mayoría de las feministas, probablemente todas, practican alguna separación de los hombres y de las instituciones por ellos dominadas. Una separatista practica la separación conscientemente, sistemáticamente, y probablemente de una manera más general que las otras, y defiende la completa separación como parte de la estrategia consciente de liberación. Y, contrariamente a la imagen de la separatista como cobarde escapista, la vida de la misma es la vida y el programa que inspira la mayor hostilidad, depreciación, insulto y confrontación, y en general ella es aquella contra quien las sanciones económicas operan más contundentemente. La separatista vive con el peso adicional de ser tomada por muchos como una prejuiciosa moralmente depravada que odia a los hombres. Pero aquí encontramos una pista: si vamos a hacer algo tan rigurosamente prohibido por los patriarcas, debemos hacer algo cierto.

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Kalinda Marín

Movimiento de Liberación de las Mujeres. Historia y Genealogía de las Otras.